Lemmy, cuya experiencia como roadie de Jimi Hendrix dejó una marca imborrable, recuerda con cariño las vivencias junto al legendario guitarrista. En sus palabras, la magia de las actuaciones de Hendrix era capaz de detener el tiempo, aunque ello significara reparar los monitores diariamente tras sus saltos apasionados sobre ellos.
Además de su labor técnica, Lemmy compartía una peculiar relación con Hendrix, siendo el proveedor de drogas del músico, quien, a cambio, le obsequiaba con una proporción justa de sus pastillas de ácido. Según Lemmy, este trato era considerado equitativo y simbolizaba la camaradería entre ambos.
Hablando sobre Hendrix como persona, Lemmy destaca sus modales excepcionales y su extraordinaria simpatía. Jimi, según Lemmy, se comportaba como un caballero de antaño, levantándose y ofreciendo cortesías a todas las mujeres que entraban en la habitación. Este aspecto de Hendrix, combinado con su carisma, generaba una fila de mujeres ansiosas por compartir momentos con él.
Una lección valiosa que Lemmy extrajo de su tiempo con Hendrix fue la posibilidad de ser un apasionado sexual y, al mismo tiempo, un auténtico caballero. En otro giro sorprendente, Lemmy confiesa su admiración por Janet Jackson y revela su deseo no cumplido de grabar una canción con ella, añadiendo un toque inesperado a la intrigante vida del icónico Lemmy.